Nunca entendimos que las despedidas son la excusa perfecta para no dejar escapar a las personas que nos importan. Hoy me quedo parada viendote coger ese avión. Ya solo pienso en tus besos en mi cuello y las canciones que dejaron de sonar.
Sigues recordando las sábanas que taparon vuestro frío y el viento que te lleva otra vez allí, a aquel bar de Madrid que ahora te parece tan pequeño.
Dime qué te pasará por la cabeza cuando des la vuelta y te encuentres sola en la paya de los besos a medias y los cigarros consumidos. Cuando te gires esperando ver sus ojos y solo encuentres bruma.
Pensarás en los abarazos que te salvaban la vida. En las esquinas donde os encontrábais las tardes de primavera. En las cosas que se quedaron sin hacer o decir.
Pensarás en todos lo que podríamos haber sido si no fuéramos tú y yo.